{"id":5284,"date":"2022-03-21T09:42:01","date_gmt":"2022-03-21T12:42:01","guid":{"rendered":"https:\/\/www.geolegadodeallankardec.com.br\/?p=5284"},"modified":"2022-03-21T09:42:12","modified_gmt":"2022-03-21T12:42:12","slug":"envenenamento-do-duque-de-guyenne","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.geolegadodeallankardec.com.br\/es\/articulos-2\/estudios-del-revista-espiritu-2\/envenenamiento-del-duque-de-guyena\/","title":{"rendered":"Envenenamiento del duque de Guyena"},"content":{"rendered":"
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Revista esp\u00edrita \u2014 Jornal de estudos psicol\u00f3gicos \u2014 1858 > Junho > Confiss\u00f5es de Luis XI – Extra\u00eddas da vida de Luis XI.<\/strong><\/p>\n\n\n\n

Envenenamiento del duque de Guyena<\/strong><\/h2>\n\n\n\n

\u2026Me puse ocupado despu\u00e9s de Guyenne. Odet d'Aidies, se\u00f1or de Lescun, que se hab\u00eda peleado conmigo, dirig\u00eda los preparativos para la guerra con maravillosa vivacidad. Fue con gran esfuerzo que aliment\u00e9 el ardor belicoso de mi hermano, el duque de Guyena. Tuvo que luchar contra un temible adversario en la mente de mi hermano: Madame Thouars, amante de Carlos, duque de Guyena.<\/p>\n\n\n\n

Esta mujer s\u00f3lo pretend\u00eda aprovecharse del poder que ejerc\u00eda sobre el joven duque, para desviarlo de la guerra, pues no ignoraba que la guerra ten\u00eda por objeto el casamiento de su amado. Sus enemigos secretos hab\u00edan fingido, en su presencia, alabar la belleza y las brillantes cualidades de la novia. Esto fue suficiente para persuadirla de que su destino ser\u00eda seguro si esa princesa se casaba con el duque de Guyenne. Segura de la pasi\u00f3n de mi hermano, recurri\u00f3 al llanto, a la oraci\u00f3n ya todas las extravagancias de una mujer perdida en tal situaci\u00f3n. El pusil\u00e1nime Carlos cedi\u00f3 y comunic\u00f3 sus nuevas resoluciones a Lescun. Lescun avis\u00f3 inmediatamente al duque de Breta\u00f1a ya los interesados, quienes alarmados enviaron gestiones a mi hermano. Estos, sin embargo, s\u00f3lo tuvieron el efecto de sumergirlo de nuevo en sus dudas.<\/p>\n\n\n\n

Sin embargo, el favorito logr\u00f3, no sin dificultad, disuadirlo nuevamente de la guerra y el matrimonio. A partir de entonces, la muerte del favorito fue decidida por todos los pr\u00edncipes.<\/p>\n\n\n\n

Temiendo que mi hermano se lo atribuyera a Lescun, cuya antipat\u00eda por la se\u00f1ora Thouars le era conocida, decidieron conquistar a Jean Faure Duversois, monje benedictino, confesor de mi hermano y abad de Saint-Jean d'Ang\u00e9ly. Este hombre fue uno de los mayores defensores de la Dama de Thouars, y nadie ignoraba el odio que sent\u00eda por Lescun, cuya influencia pol\u00edtica envidiaba. No era probable que mi hermano le echara la culpa de la muerte de su amante, ya que ese sacerdote era uno de sus favoritos en los que m\u00e1s confiaba. Como s\u00f3lo la sed de grandeza lo un\u00eda al favorito, se corromp\u00eda f\u00e1cilmente.<\/p>\n\n\n\n

Durante mucho tiempo trat\u00e9 de seducir al abad, pero siempre rechaz\u00f3 mis ofertas. Sin embargo, me dej\u00f3 con la esperanza de lograr mi objetivo.<\/p>\n\n\n\n

Comprendi\u00f3 f\u00e1cilmente la situaci\u00f3n en que se encontrar\u00eda prestando a los pr\u00edncipes el servicio que le ped\u00edan, porque sab\u00eda que no les ser\u00eda dif\u00edcil deshacerse de un c\u00f3mplice. Por otro lado, conoc\u00eda la inconstancia de mi hermano y tem\u00eda convertirme en su v\u00edctima.<\/p>\n\n\n\n

Para conciliar su seguridad con sus intereses, resolvi\u00f3 sacrificar a su joven se\u00f1or. Tomando ese lado, ten\u00eda tantas posibilidades de \u00e9xito como de fracaso. Para los pr\u00edncipes, la muerte del joven duque de Guyena debi\u00f3 ser el resultado de un error o un incidente imprevisto. Incluso imputada al duque de Breta\u00f1a y sus compinches, la muerte del favorito habr\u00eda pasado desapercibida, por as\u00ed decirlo, ya que nadie habr\u00eda descubierto las razones que le daban verdadera importancia, desde un punto de vista pol\u00edtico.<\/p>\n\n\n\n

Concediendo que pudieran ser culpados por la muerte de mi hermano, habr\u00edan estado expuestos a los mayores peligros, porque hubiera sido mi deber castigarlos severamente. Sab\u00edan que no era buena voluntad lo que me faltaba y que en ese caso el pueblo se volver\u00eda contra ellos. Entonces el propio duque de Borgo\u00f1a, ajeno a lo que estaba pasando en Guyenne, se habr\u00eda visto obligado a aliarse conmigo, so pena de ser acusado de complicidad. Incluso en este \u00faltimo caso, todo habr\u00eda resultado a mi favor. Podr\u00eda hacer que Carlos el Temerario fuera declarado criminal de lesa majestad y que el Parlamento lo condenara a muerte por el asesinato de mi hermano. Tales condenas, pronunciadas por ese alto tribunal, siempre tuvieron grandes resultados, especialmente cuando eran de indiscutible legitimidad.<\/p>\n\n\n\n

Es f\u00e1cil ver qu\u00e9 inter\u00e9s ten\u00edan los pr\u00edncipes en manejar al abad. Por otro lado, nada es m\u00e1s f\u00e1cil que deshacerse de \u00e9l en secreto.<\/p>\n\n\n\n

Pero conmigo el abad de Saint-Jean ten\u00eda m\u00e1s posibilidades de impunidad. El servicio que me prest\u00f3 fue de la mayor importancia para m\u00ed, especialmente en ese momento, porque la formidable liga que se estaba formando y de la cual el duque de Guyenne era el centro deb\u00eda perderme infaliblemente. La \u00fanica forma de destruirlo ser\u00eda la muerte de mi hermano, que representaba mi salvaci\u00f3n. Aspiraba al favor de Trist\u00e1n el Ermita\u00f1o, pensando que por este medio se elevar\u00eda sobre \u00e9l, o al menos compartir\u00eda mis buenas gracias y mi confianza en \u00e9l. Adem\u00e1s, los pr\u00edncipes hab\u00edan tenido la imprudencia de dejar en sus manos una prueba indiscutible de su culpabilidad: eran varios escritos, y como estaban escritos en t\u00e9rminos muy vagos, no era dif\u00edcil sustituir la persona de mi hermano por la de su favorito. , se\u00f1alado all\u00ed entre l\u00edneas. Al entregarme estos documentos, me quit\u00f3 toda duda sobre mi inocencia; por eso evit\u00f3 el \u00fanico peligro que corr\u00eda del lado de los pr\u00edncipes, y probando que yo no estaba en nada envuelto en el envenenamiento, dej\u00f3 de ser mi c\u00f3mplice y me eximi\u00f3 de cualquier inter\u00e9s en hacerlo matar.<\/p>\n\n\n\n

Quedaba por demostrar que \u00e9l mismo no estaba involucrado. Esta fue una dificultad menor. Para empezar, ten\u00eda asegurada mi protecci\u00f3n; despu\u00e9s, los pr\u00edncipes no ten\u00edan pruebas de su culpabilidad, y \u00e9l pod\u00eda devolverles los cargos, a modo de calumnia.<\/p>\n\n\n\n

\"envenenamiento
Un melocot\u00f3n apetitoso se usa como herramienta de envenenamiento.<\/strong><\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n\n

El abad accede a practicar el envenenamiento.<\/h2>\n\n\n\n

Con todo, me envi\u00f3 un emisario que fingi\u00f3 haber venido espont\u00e1neamente para decirme que el abate de Saint-Jean estaba descontento con mi hermano. Inmediatamente vi la ventaja que pod\u00eda sacar de tal arreglo y ca\u00ed en la trampa tendida por el astuto abad. Sin sospechar que este hombre hab\u00eda sido enviado por \u00e9l, despach\u00e9 a uno de mis esp\u00edas de confianza. Saint-Jean hizo tan bien su papel que el emisario fue enga\u00f1ado. Bas\u00e1ndome en su informe, escrib\u00ed al abad para gan\u00e1rmelo. Parec\u00eda ser muy escrupuloso, pero triunf\u00e9, aunque con alguna dificultad. Acept\u00f3 hacerse cargo del envenenamiento de mi hermano menor. Fui tan pervertido que no dud\u00e9 en cometer este horrible crimen.<\/p>\n\n\n\n

Henri de la Roche, escudero de la repostaria del duque, fue el encargado de preparar un melocot\u00f3n que ser\u00eda ofrecido por el propio abad a Mme. de Thouars, mientras almorzaba en la mesa de mi hermano. La belleza de esta fruta fue notable. Capt\u00f3 la atenci\u00f3n del pr\u00edncipe y la comparti\u00f3 con \u00e9l. Tan pronto como ambos hubieron comido, la favorita sinti\u00f3 violentos dolores en las entra\u00f1as y pronto expir\u00f3 en medio de atroces sufrimientos. Mi hermano experiment\u00f3 los mismos s\u00edntomas, pero con mucha menos violencia.<\/p>\n\n\n\n

Tal vez parezca extra\u00f1o que el abad haya utilizado tal medio para envenenar a su joven se\u00f1or. De hecho, el m\u00e1s m\u00ednimo incidente podr\u00eda poner en peligro su plan. Era, sin embargo, lo \u00fanico que la prudencia pod\u00eda autorizar: admit\u00eda la posibilidad de un error. Conmovida por la belleza del melocot\u00f3n, era natural que la Sra. de Thouars para atraer la atenci\u00f3n de su amante y ofrecerle la mitad; no pudo evitar aceptarla y comer un poco, incluso por consideraci\u00f3n. Suponiendo que comiera solo un poco, esto ser\u00eda suficiente para provocar los primeros s\u00edntomas necesarios; un envenenamiento posterior podr\u00eda determinar la muerte, como consecuencia del primero.<\/p>\n\n\n\n

Los pr\u00edncipes se llenaron de terror tan pronto como se enteraron de las nefastas consecuencias del envenenamiento del favorito. No ten\u00edan la menor sospecha de la premeditaci\u00f3n del abad. S\u00f3lo pensaban en dar toda apariencia de naturalidad a la muerte de la joven ya la enfermedad de su amado. Ninguno de ellos tom\u00f3 la iniciativa de ofrecer un contraveneno al desafortunado pr\u00edncipe, por temor a comprometerse. En efecto, tal actitud implicar\u00eda que se conoc\u00eda el veneno y, en consecuencia, que alguien fue c\u00f3mplice del crimen.<\/p>\n\n\n\n

Gracias a su juventud ya la fuerza de su temperamento, Carlos resisti\u00f3 el veneno durante alg\u00fan tiempo. Sus sufrimientos f\u00edsicos no hicieron m\u00e1s que devolverlo a sus viejos proyectos con m\u00e1s ardor. Temiendo que la enfermedad disminuyera el celo de sus oficiales, quiso que renovaran su juramento de lealtad. Como les exigi\u00f3 que se comprometieran a su servicio, contra todo pron\u00f3stico, incluso contra m\u00ed, algunos de ellos, temerosos de su muerte, que parec\u00eda cercana, se negaron a hacerlo y pasaron a mi corte.<\/p>\n\n\n\n

Conclusi\u00f3n<\/h2>\n\n\n\n

En el n\u00famero anterior vimos los interesantes detalles que da Luis XI sobre su muerte. El hecho que acabamos de relatar no es menos notable desde el doble punto de vista de la historia y del fen\u00f3meno de las manifestaciones. De hecho, s\u00f3lo tuvimos dificultades con la elecci\u00f3n: la vida de este rey, dictada por \u00e9l mismo, es indiscutiblemente la m\u00e1s completa que tenemos y, podemos decir, la m\u00e1s imparcial. El estado de \u00e1nimo de Luis XI le permite hoy apreciar las cosas en su justo valor. De los tres fragmentos escogidos, se puede ver c\u00f3mo hace su propio juicio. Explica su pol\u00edtica mejor que cualquiera de sus historiadores. No se absuelve de su conducta, y en su muerte, tan triste y tan vulgar para un monarca pocas horas antes del todopoderoso, ve un castigo anticipado.<\/p>\n\n\n\n

Como fen\u00f3meno de manifestaciones, esta obra ofrece un inter\u00e9s especial. Prueba que las comunicaciones esp\u00edritas pueden iluminarnos sobre la historia, siempre que sepamos colocarnos en condiciones favorables. Esperamos que la publicaci\u00f3n de la vida de Luis XI, as\u00ed como la de Carlos VIII, que tambi\u00e9n ha sido completada, se coloquen pronto junto a la de Juana de Arco.<\/p>\n\n\n\n

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